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El Roscón de Reyes

Este característico bollo guarda relación con la llegada de los Reyes Magos a Jerusalén en el nacimiento del Niño Jesus para su adoración.

La tradición tiene su origen en una reunión familiar contada en el Eclesiastés en la que por la noche se reunían familiares y amigos alrededor de una rosca de pan dulce, en la cual habían escondido previamente un haba, que simbolizaba el cuerpo del Jesús, que había huido con sus padres a Egipto, tratando de escapar de la persecución de Herodes. Esto es por lo que actualmente se esconde en el Roscón un haba y una figurita. Se dice que quien la encuentre correrá mala suerte o, simplemente, ¡tendrá que pagar ese Roscón!

Esta práctica se hizo más popular en España a través de unos soldados repatriados de Flandes y aún más con el mandato de Felipe V.

Esta rosca de pan se adorna por encima con azúcar, almendras fileteadas y trozos de fruta escarchada. En su forma original, este pan no contaba con ningún relleno en su interior. Sin embargo, a medida que ha ido evolucionando la tradición, ahora se suele rellenar con nata o con trufa.

Y todos pensareis, ¿qué pasó con la figurita? Este añadido reciente supone la inclusión de una figurita o adorno pequeño en alguna parte del roscón, por lo que al que le toque, será considerado como ‘el rey de Reyes’. Esta sorpresa representa al Niño Jesús, que tuvo que ser escondido y protegido en los días de su Nacimiento como hemos dicho antes.

Este postre tan adorado debe ser partido en trozos iguales y repartido entre todos los familiares y amigos. Así que, tanto como si te toca una figurita como un haba o si no te toca nada, lo más importante es disfrutar de este delicioso manjar con los más queridos y ¡a celebrar el día de Reyes!

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